sábado, 13 de abril de 2013

La arquitectura de la felicidad.

Por eso lo que fue hermoso un tiempo, ahora no puede reproducirse tal cual sin que nos parezca inadecuado.

Un libro que llevo queriendo leer desde hace años. Espero poder empezar a leerlo pronto.

Hoy… hoy ha sido un día extraño. En cierto modo me siento mejor, y peor. He hablado con ella. Con mi madre. No, de verdad, hemos hablado. Yo, en un estado deplorable, pero no todo sucede como lo imaginamos. Me siento terriblemente sola. Pero no lo es, no es cierto. ¿Entonces por qué mi cabeza sigue pensando que no es suficiente? Nunca nada es suficiente. Estoy harta de mi mente, cansada. De verdad. Y sí para conseguir ser feliz, y dejar de hacerme daño a mí misma y a los demás, tienen que drogarme, que así sea. No me importa ser una ignorante controlada por química y fármacos. Al menos, si me pillan en la calle tomándome una de mis pastillas de la felicidad, no pueden hacer nada para evitarlo porque llevan preinscripción médica. No puede ser peor que fumar porros constantemente (aunque me empeñe en pensar que sólo me hacen falta de noche). No para pasarlo bien y reírme con mis amigos, no para compartir buenos ratos de locura sana y diversión, no para sentir esa tontería cuando fumas con la persona con la que estás soñando desvestir en ese justo momento. No. Cuando fumas para evadir la realidad, tu realidad, para no pensar, para caer rendida hasta dormirte porque ni los relajantes recetados por el médico de cabecera cumplen ya su función... No, eso no puede ser bueno. Cuando tu cabeza parece más una olla a presión o una cafetera a punto de ebullición… no puede ser bueno. Cuando empiezas y terminas el día llorando, entre momento de desolación, tristeza, un pequeño impulso o intento por hacer algo, otro fracaso por no poder hacer nada… Eso no puede ser bueno.

Y a mí no me gusta estar así, prefiero ser una ignorante, pensar en MI mundo, y no en EL MUNDO. El problema es que ahora, aunque piense en MI mundo, nada me ata a él. Mentira, algo me ata, hilos rojos de sangre que unen desde el principio hasta el fin. Y precisamente, eso que me ata, me mata. Me mata, no el estar yo mal, sino que las personas que han luchado para que yo esté bien, para que yo esté viva, me vean en este estado y no sepan cómo ayudarme, ni puedan. Me mata, lentamente. Y sólo quiero mejorar, pero me resulta imposible cuando todas las piezas de mi puzzle han ido cayendo una detrás de otra, una detrás de otra. Y, ¿cuándo no te queda nada, más que el respirar, qué ocurre? Pues que te ahogas de tanto respirar. De tanto no tener nada, no sentir nada, de ver que esto ya ha ocurrido y vuelve a ocurrir. De saber que lo suyo es destruir todo lo construido, porque no sirvió para nada. Para nada. Años y años perdidos, tan sólo para aprender que hay cosas que deben solucionarse primero, aunque sea egoísta, aunque hagan daño, aunque vayan a causar dolor a las personas que más quieres. Pero no puedo continuar así eternamente. Tengo que solucionar cosas, y eso da miedo. Mucho miedo. No por ponerles solución, eso calma, eso relaja, eso hace que saques fuera esas espinas en tu garganta que llevas arrastrando desde el mismo día que naciste. Da miedo por las consecuencias, los cambios, las diferencias que pueda acarrear eso. Positivas, negativas, pero las habrá. Y conforme estoy… que no puedo ni manejarme a mí misma, no puedo ni alimentarme ni decidir si salgo o no salgo, si me levanto de la cama o no, si sigo aquí o si ya me fui.

Es absurdo pensar que en un puto día se resolverán todos mis problemas. Pero ese día, ese fatídico 18 de abril, será otra de las fechas unidas a este mes que no olvidaré en toda mi vida. Y a partir de entonces, comenzará el resto. Por ahora, me conformo con haber hecho varias cosas productivas hoy: hablar con mi madre, comer unos cuantos cereales, "empezar" un curso de inglés, y movida por el inevitable poder del consumismo, comprar un Kindle de Amazon para poder estudiar y leer… me costará olvidarme del papel, pero lo reservaré para libros muy importantes o que no pueda adquirir en formato digital… Como cuesta… Me pregunto, cómo se sintió la radio cuando nació el vídeo... Video kill the radio star… creo que así me siento yo por dentro, matando lo viejo para que quizás, dentro de mí algún día, pueda haber algo nuevo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja algo si crees que tus palabras serán más interesantes que el silencio :)